Estamos inmersos en la Cuarta Revolución Industrial. Primero fue la máquina de vapor, le siguió la producción en serie y la automatización y, ahora en pleno siglo XXI, la revolución en la industrial llega de la mano de la digitalización.
Estamos ante una encrucijada de caminos donde nos jugamos tomar la decisión acertada. No subirse al tren de la digitalización puede hacer desaparecer un sector en el corto plazo. Para conseguir este objetivo de enlazar el mundo físico y el virtual es fundamental el papel de los habilitadores tecnológicos; una industria incipiente en España -en la actualidad mueve alrededor de 2.500 millones de euros y que necesita proyección para consolidarse en el ecosistema empresarial.